El verano y las altas temperaturas pueden representar un desafío para nuestra salud, especialmente cuando se combinan con altos niveles de humedad. En España, algunas zonas han experimentado temperaturas extremas, superando los 40 grados, lo que aumenta el riesgo de sufrir problemas relacionados con el calor, como el golpe de calor y la deshidratación. Este artículo ofrece información clara y práctica para entender los riesgos, cómo actúa nuestro cuerpo ante el calor, quiénes son los grupos más vulnerables y qué medidas podemos adoptar para cuidar nuestra salud durante los meses más cálidos.
Entendiendo el riesgo del calor extremo
Temperatura y humedad: factores clave
El riesgo no solo depende de la temperatura, sino también de la humedad relativa en el ambiente. Una temperatura elevada con baja humedad puede ser más tolerable que una temperatura moderada con humedad alta. Por ejemplo, 38 o 40 grados con baja humedad pueden ser soportables, pero 32 grados con 80% de humedad ya representan un peligro importante para la salud. Esto se debe a que la humedad dificulta la evaporación del sudor, que es el mecanismo principal del cuerpo para regular la temperatura.
Sensación térmica y su impacto
La sensación térmica es un cálculo que combina temperatura y humedad para determinar qué tan caliente “se siente”. Cuando esta sensación térmica es alta, el cuerpo sufre más estrés, aumentando el riesgo de problemas como mareos, bajadas de tensión y, en casos graves, golpes de calor.
¿Qué le ocurre a nuestro cuerpo con el calor?
Vasodilatación periférica: el primer efecto
Ante el calor extremo, el cuerpo dilata los vasos sanguíneos periféricos para intentar liberar calor, lo que puede provocar hinchazón en piernas y mareos por la bajada de presión sanguínea.
Sudoración y termorregulación
La sudoración es fundamental para enfriar la piel y permitir el intercambio de temperatura con el entorno. Sin una adecuada hidratación, el cuerpo no puede sudar correctamente, lo que bloquea este mecanismo y aumenta la temperatura corporal.
Disregulación del centro termorregulador
Cuando la temperatura ambiental es muy alta durante periodos prolongados, puede ocurrir una falla del centro termorregulador en el sistema nervioso central. Esto puede desencadenar un golpe de calor, una situación grave que puede ser mortal si no se atiende rápidamente.
Grupos vulnerables al calor
Personas mayores
La población anciana tiende a sentir menos la sed y, por tanto, puede no hidratarse adecuadamente, incrementando su riesgo de deshidratación y golpes de calor.
Niños
Los niños tienen una mayor relación entre superficie corporal y peso, lo que les hace más susceptibles a la transferencia de calor ambiente a su cuerpo.
Personas con enfermedades crónicas
Pacientes con diabetes, hipertensión y otras enfermedades suelen estar bajo medicación que aumenta la pérdida de líquidos (como diuréticos), incrementando el riesgo de deshidratación.
Consejos para protegerse del calor
Hidratación constante
Beber agua frecuentemente, incluso sin sentir sed, es fundamental para mantener la sudoración y evitar la subida excesiva de la temperatura corporal.
Evitar la exposición solar en horas críticas
Las horas centrales del día, entre las 12 y las 16 horas, concentran la mayor radiación solar y las temperaturas más altas. Siempre es mejor buscar sombra o mantenerse en interiores frescos durante este periodo.
Utilizar vestimenta adecuada
Ropa ligera, de colores claros y fabricada en algodón o tejidos transpirables ayuda a mantener la frescura. Además, es importante usar sombreros y gafas de sol para proteger cara y ojos.
Uso de protector solar
Aplicar protector solar con un factor elevado (SPF 50 o más) evita quemaduras que pueden agravar el estrés térmico en el cuerpo.
Alimentación adecuada en verano
Optar por una dieta rica en frutas y verduras, que aportan líquidos y vitaminas, y evitar comidas pesadas, ricas en proteínas o azúcares refinados, facilita la termorregulación y promueve el bienestar general.